El ahorro es clave para el bienestar financiero de cualquier familia no solo porque ayuda a alcanzar metas financieras a largo plazo, como pagar la educación universitaria de nuestros hijos o adquirir una propiedad mejor, sino porque nos da la tranquilidad de tener un colchón financiero para poder hacer frente a cualquier imprevisto que pueda surgir y evitarnos tener que depender de créditos altamente costosos en momentos de necesidad.
Además, el ahorro también puede servirnos como una fuente de ingresos adicionales si sabemos cómo sacarle rendimiento, contratando para ello, por ejemplo un Seguro de Ahorro.
Reservar una parte de los ingresos o recursos económicos disponibles de la familia para su uso futuro puede resultarnos una tarea complicada, pero adquiriendo una serie de pequeños hábitos puede ser algo mucho más sencillo de lo que parece.
Para ello, el primer paso es identificar nuestros ingresos y gastos mensuales para analizar nuestra situación financiera y comprobar cuáles podrían ser nuestras expectativas de ahorro. Es importante que establezcamos metas claras y realistas a corto y a largo plazo para motivarnos a ahorrar.
Una vez que las tengamos, el siguiente paso es ver cómo podemos ahorrar: para ello podemos destinar una parte de nuestros ingresos al ahorro, buscar fuentes alternativas de ingresos, identificar los gastos innecesarios e impulsivos y eliminarlos y buscar fórmulas para reducir nuestros gastos habituales.
La clave está en establecer un plan de ahorro mensual y hacer que cumplirlo sea una prioridad.
Como comentábamos antes, una de las principales formas de ahorrar es reducir nuestros gastos habituales. Para ello podemos revisar las facturas mensuales y eliminar los servicios que no necesitamos o comparar precios para buscar fórmulas más económicas, pero también podemos intentar ser más eficientes con el uso de la energía y el agua en casa, para reducir nuestras facturas.
El gasto de agua que hacemos en el hogar es uno de los gastos recurrentes en los que podemos ahorrar fácilmente aplicando tan solo buenos hábitos de uso. Desde intentar reducir el gasto de agua que hacemos al ducharnos, dándonos duchas más cortas o cerrando el grifo mientras nos enjabonamos hasta utilizar la lavadora o el lavavajillas solo cuando estén completamente llenos. Todo ello contribuirá a que gastemos menos.
Además, podemos instalar dispositivos de ahorro de agua como cabezales de grifo de bajo flujo o inodoros eficientes que ayudan a reducir el consumo o recurrir a trucos como poner una botella de agua en la cisterna para que reducir la carga o reaprovechar el agua que generan aparatos como el aire acondicionado para regar las plantas.
Por último, debes tener en cuenta que no todo el gasto de agua que tienes en casa puede deberse al uso. Un grifo que cierra mal o una pequeña fuga en una tubería pueden estar haciendo que tu factura ascienda. Revisa y repara cualquier avería para evitar gastos adicionales.
También existen fórmulas sencillas para ahorrar en la factura de electricidad. Sustituir las bombillas tradicionales por bombillas LED más eficientes, desconectar los dispositivos electrónicos cuando no les estemos dando uso, o aprovechar al máximo la luz natural te ayudará a consumir menos energía.
Otra forma de ahorrar en nuestro consumo de electricidad es instalar temporizadores y reguladores de voltaje que nos faciliten la tarea. Por otro lado, debemos pensar siempre en el ahorro a largo plazo por lo que a la hora de elegir electrodomésticos o dispositivos para nuestro hogar es preferible que busquemos dispositivos clasificados como de bajo consumo.
El uso de la calefacción y del aire acondicionado son otros de los causantes de que nuestra factura energética ascienda. Para evitarlo, es vital que nos aseguremos de mantener las puertas y ventanas cerradas, de esta manera evitaremos la entrada de aire caliente o de frío, reduciendo nuestra necesidad de usar estos aparatos. Contar con ventanas con un buen aislamiento también nos ayudará.
Otra clave de ahorro es hacer un buen uso de la temperatura: manteniendo el termostato a un nivel constante y una temperatura razonable tanto en la calefacción como en el aire acondicionado nos ofrecerá comodidad, sin incurrir en un gran gasto.
Revisar el estado de los aparatos, limpiando regularmente el aire acondicionado y cambiando los filtros para asegurarnos de que el aire circula de manera eficiente o comprobando que los radiadores estén purgados y libres de aire, también optimizará nuestro consumo.
Por último, puedes intentar aprovechar la temperatura del exterior para no tener que recurrir tanto al uso de la calefacción o el aire. Para ello, puedes abrir las cortinas y persianas en invierno para que entre la luz del sol y cerrarlas durante las horas más calurosas en verano.
No olvides que siempre puedes reducir el consumo innecesario de energía, apagando o reduciendo la temperatura de estos aparatos cuando no estés en casa.